Comencé a leer este libro por sobrarme tiempo, por puro aburrimiento.
Alargué la mano y lo cogí casi al azar sin expectativa ninguna. Es lo que tienen los libros viejos, con esas portadas clásicas, de tapa roja dura y filigrana dorada, que como son todas iguales no te sugieren nada de su interior y la mente queda en blanco antes de abrir la página. Sí que tenía una vaga sensación de que iba a prolongar mi hastío un poco más si cabe, porque acercarme a los clásicos siempre me produce esa impresión, y es que tengo la experiencia previa de haberme metido a leer cosas que superan con creces mi capacidad intelectual, que para mí tienen un sentido tan obtuso como si estuviera leyendo un borrón de tinta y que me dejan un buen dolor de cabeza por el esfuerzo de enterder lo que allí se escribe.Y..oh! que deliciosa sorpresa cuando a las escasas dos páginas de lectura la historia me arrancó la primera carcajada...
El protagonista de la historia ya es para mí un viejo amigo, me parece haberle conocido más que a muchas personas, y he descubierto lo que es leer un libro bien escrito. Es como si las demás historias no tuvieran consistencia ni nitidez en comparación con ésta. A través de sus palabras se me han formado imágenes tan claras en la cabeza que compiten en fuerza con los recuerdos de la vida real....
Eso sí, debo decir, para el que vaya buscando una historia trepidante y adictiva, que se busque otra cosa. Este libro es lo opuesto a ese tipo la literatura donde cada página te empuja con vertiginosa rapidez hacia el final de la historia. No, aquí sucede lo contrario, cada línea te seduce y te reclama, hace que te demores y retoces entre las palabras. El final del camino es lo de menos cuando es tan placentero el recorrido.
¡Delicioso! ¡Absolutamente recomendable!
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